Las ciudades que trascienden no son las que expanden su tamaño, sino aquellas que expanden su imaginación. Cali tiene hoy una oportunidad histórica para reescribir su espacio urbano, cultural y social a partir de una idea que no debería ser vista simplemente como desarrollo físico, sino como una declaración de principios: el Corredor Pacífico.
Este corredor, que imagino desplegado entre la calle 32N, la 34 Norte y la Avenida Segunda Norte hasta la calle 70, no será un simple conjunto de calles renovadas o parques aislados. Será la posibilidad de construir un verdadero ecosistema cultural y social que integre gastronomía, arte, danza, tecnología y espacio público en un continuo vivo, vibrante y accesible. El Corredor Pacífico será una arteria donde se celebrarán las raíces del Pacífico colombiano a través de la cocina tradicional y las bebidas ancestrales y afrodisíacas —el viche, el arrechón, entre otras—, fusionadas con propuestas contemporáneas. Un lugar donde las expresiones culturales no se encerrarían en auditorios o museos, sino que saldrían a las calles: murales interactivos al aire libre, esculturas dinámicas y experiencias digitales narrarán nuestras historias al mundo.
Este espacio, que en sí mismo constituye el Corredor Verde del Río Cali, extendiéndose hasta su encuentro con el Río Cauca, debe latir con el sabor y el espíritu del Pacífico. No puede ser solo un paseo peatonal; debe ser una experiencia viva y sensorial, donde cada árbol, cada plaza y cada esquina cuenten algo de nuestra esencia, de nuestras raíces y de nuestro futuro.
El Corredor Pacífico debe ser un sistema que conecte piezas fundamentales del tejido urbano de Cali: la segunda etapa del Parque Lineal del Río Cali, el Parque del Chontaduro y el Centro de Danza y Coreografía del Valle en “La Licorera”. Esta última área debe unirse mediante un puente peatonal, concebido no solo como infraestructura funcional, sino como una obra que invite al encuentro, al movimiento y al disfrute.
Dentro de este corredor, imagino también la creación de una Gran Tienda del Pacífico, un espacio permanente donde los artesanos de la región puedan vender sus artesanías y mostrar sus productos al mundo. Más que un mercado, sería un escaparate vivo de nuestra creatividad, nuestra tradición y nuestra identidad cultural, abierto tanto a propios como a visitantes.
Cali debe apostar, debe innovar, debe atreverse. El Corredor Pacífico es, en esencia, una respuesta audaz al reto de nuestra época: construir ciudades que no solo funcionen, sino que inspiren. Un corredor que nos recuerde de dónde venimos, pero, sobre todo, hacia dónde podemos llegar.