El Valle del Cauca no puede seguir siendo castigado.

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El Valle del Cauca no puede seguir

Me dirijo a ustedes como un vallecaucano profundamente comprometido con el desarrollo de nuestro territorio y con la voz de miles de ciudadanos que hoy sentimos una honda preocupación por el futuro de uno de los proyectos más estratégicos y esperanzadores de nuestra región: el Tren de Cercanías del Valle del Cauca.

Durante décadas, nuestro departamento ha sido víctima de un modelo centralista que históricamente ha marginado al Valle del Cauca en materia de inversión y asignación de recursos nacionales. Hoy, cuando el país discute la importancia de recuperar las líneas férreas y fortalecer la conectividad regional, vemos cómo nuevamente se pone en riesgo un sueño colectivo que representa desarrollo, empleo y movilidad sostenible.

El Tren de Cercanías no es una idea improvisada. Es el resultado de años de planeación, gestión y trabajo articulado entre instituciones públicas y privadas, y contempla cuatro fases principales:
• Cali – Jamundí, con una extensión aproximada de 22 kilómetros,
• Cali – Yumbo, con cerca de 18 kilómetros,
• Cali – Palmira, con 25 kilómetros,
• Cali – Candelaria, con alrededor de 20 kilómetros.

Adicionalmente, yo he propuesto una quinta línea estratégica que conecte Cali con el norte del Cauca, extendiéndose hasta la Zona Franca del Cauca, fortaleciendo así la integración económica del suroccidente colombiano.

Este proyecto, con un costo estimado de $12 billones de pesos, es la obra de movilidad más importante en la historia del Valle del Cauca. Ya cuenta con diseños y estudios técnicos avanzados, y su ejecución podría generar más de 14.000 empleos directos e indirectos, dinamizando la economía y mejorando la calidad de vida de millones de ciudadanos.

Sin embargo, este sueño se encuentra hoy en riesgo de truncarse por la falta de respaldo del Gobierno Nacional. Se requiere con urgencia la emisión de la viabilidad técnica, jurídica y financiera, la aprobación del documento CONPES y la firma del convenio marco entre la Nación, la Gobernación del Valle y las alcaldías de Cali y Jamundí.
De no concretarse antes del inicio de la Ley de Garantías (8 de noviembre), el proyecto podría retrasarse al menos ocho meses más, lo que obligaría a actualizar diseños, estudios y precios, entorpeciendo su ejecución y exponiéndolo a los vaivenes políticos del 2026.

Como ciudadano, me duele profundamente ver cómo algunos sectores de la izquierda, incluidos representantes a la Cámara del Valle del Cauca y concejales de Cali, han decidido oponerse o minimizar este proyecto, actuando con mezquindad política en lugar de defender los intereses de nuestra región.
Resulta contradictorio que en Bogotá y Medellín esos mismos sectores respalden decididamente a sus mandatarios —sin importar las diferencias ideológicas— para sacar adelante sus proyectos férreos, mientras que en el Valle del Cauca algunos prefieren celebrar la parálisis antes que apoyar el progreso.

No podemos permitir que intereses políticos frenen el desarrollo de millones de vallecaucanos.
El Tren de Cercanías no tiene color partidista: es una necesidad estructural, una apuesta por la movilidad, el empleo, el turismo y la competitividad regional. Es el futuro de nuestras ciudades interconectadas y la oportunidad de cerrar brechas históricas.

Por eso, invito a todos los ciudadanos, sin banderas ni colores, a alzar la voz y exigir al Gobierno Nacional que cumpla con el Valle del Cauca.
El futuro de nuestra región no puede seguir dependiendo de cálculos políticos.

Atentamente,

Juan Martín Bravo Castaño.

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