Después de trece años de funcionamiento y una inversión cercana a los 3 billones de pesos, el Masivo Integrado de Occidente ha tocado fondo. La expectativa era mover 960 mil pasajeros al día, pero en el mejor momento del sistema no se alcanzaron a transportar más de 470 mil personas. Hoy, se mueven escasamente 270 mil. El pasajero paga 2.700 pesos por pasaje, mientras la tarifa técnica es de 5.200 pesos y en ocasiones ha llegado a los 12.000 pesos. Esta diferencia la cubre el municipio a través del FESDE y esto es insostenible. Aunque sintamos vergüenza como ciudadanos y administradores, es un fracaso que debemos enfrentar por el bien de la ciudad. Y creo que los caminos posibles son tres.
El primero es liquidar el sistema. No es la mejor opción porque no hay un plan B a la operación del MIO, y no podemos dejar sin transporte a la ciudad mientras se consolida un nuevo sistema. Mucho menos saber cuándo se termina de resolver la liquidación. Debemos evitar una situación como la de Emsirva a toda costa.
El segundo es una renegociación con los cinco operadores del sistema. Esta ha sido una concesión fallida, con errores en los acuerdos. Acá también hay responsabilidades por el mal funcionamiento del MIO. Adicionalmente, los operadores han demandado al sistema y pretenden al menos 1.3 billones de pesos. Una renegociación no significa borrón y cuenta nueva, y posiblemente traiga más dificultades y nuevas demandas. Metrocali está en Ley 550 (ley de reestructuración o ley de quiebra) desde 2019.
El tercer camino es llevar a cabo un plan de salvamento. Pero no puede haber un plan exitoso si no se ataca la piratería, el paralelismo, la informalidad y la ilegalidad. Además, es necesario buscar recursos para que el sistema sea eficiente e integrar un buen sistema público de bicicletas con parqueaderos. Medellín y Bogotá tienen una sobretasa pignorada a la gasolina, para 2080 y para 2041, que contribuirá al proceso de consolidación de los metros de ambas ciudades.
Cali debe volver a soñar con grandes desarrollos de infraestructura. Aunque hoy estamos decidiéndonos por un plan de salvamento, sería ideal apostarle al tren de cercanías integrado al MIO, con el respaldo de entes públicos y privados. Pero debemos consolidarlo y financiarlo.
El tren de cercanías nos va a costar cerca de 9 billones de pesos y tendrá un recorrido de 74,2 kilómetros. El primer tramo va a ser entre Cali y Jamundí y costará unos 2 billones de pesos. La situación de Cali es compleja, pues hay deudas por 1.7 billones de pesos hasta 2030. Pero hay que apostarle a generar recursos. Cali debe pignorar la sobretasa de la gasolina hasta el 2055 o más, para poder hacer un sistema multimodal donde el tren de cercanías se financie con esos recursos y buscar una concesión privada para consolidar el proyecto en su totalidad. El Gobierno Nacional respaldará el proceso de construcción.
La construcción de una Estación Central del MIO podría mover cerca de 150 mil personas al día en el centro de Cali, un sector que concentra hasta a 400 mil personas, y podría solucionar la movilidad interna. Sumemos a esta situación el aumento de buses para llegar a los 1200 en servicio, y reflejarlo en las frecuencias de las rutas. Los tramos siguientes pueden garantizarse con una APP (alianza público-privada) o con una concesión nacional o internacional, pues ha habido un interés significativo de compañías inglesas, chinas y francesas.
Esto va a mejorar la movilidad entre Cali y su área metropolitana, integrando municipalidades como en Nueva York y Ámsterdam, y la Estación Central del MIO podría ser tan magnífica y completa como las de allá.
A pesar del fracaso del MIO, y de haber podido crear un metro con lo invertido, podemos y tenemos que construir sobre lo construido. No llorar sobre la leche derramada.