En medio de la crisis económica, el aislamiento social y el cumplimiento de mis labores como concejal, he tenido tiempo de ponerme al día con algunas películas de superhéroes, para dejar de pensar un poco en el COVID-19 y las tristes realidades que ha dejado para la ciudad.
Ese mundo ideal hace que uno se pregunte si algo va a venir a salvarnos. Saber que no va a pasar, pone el rescate de la sociedad en nuestras manos. En mi caso, como parte del gobierno, esta responsabilidad es aún mayor.
Hasta ahora, las figuras de la pandemia son el servicio médico, los trabajadores esenciales y los domiciliarios, pero después del aislamiento, las empresas que sobrevivan cargarán con el peso de la economía. Poniéndolo en perspectiva, son nuestros superhéroes.
Unos superhéroes que necesitamos en acción, con afán, pues la crisis ya ha dejado miles de desempleados. Para 2019, según el DANE, la tasa de desempleo en Cali era del 12 % Después del aislamiento, se estima que podría pasar a un 17 o 19 por ciento, una cifra histórica para nuestra ciudad.
Tanto los individuos como el gobierno deben orientar su liderazgo a proteger las empresas. Por años, el estado las ha perseguido con impuestos y requisitos. En algunos casos, estos cobros absorben un 70% de las utilidades de las empresas. Son casi un socio. Y estos recursos, que deberían ser ejecutados en respaldar a la ciudadanía, terminan en manos de privados por casos de corrupción.
Los empresarios, nuestros superhéroes, son individuos o grupos de distinta capacidad adquisitiva que creyeron en su idea de negocio y la establecieron formalmente. Algunos son más exitosos que otros, pero todos son igual de importantes para nuestra economía. Las empresas son las únicas que producen riquezas y empleo. Tristemente, muchas ya enfrentan su desaparición y la única forma de sobrevivir es endeudarse. La banca ha sido el único sector amparado en esta crisis, y a la vez, el que menos ha hecho para apoyar a las pequeñas y medianas empresas, mucho menos a los trabajadores independientes.
El gobierno cometió un error ordenando el cierre de los sectores económicos sin un plan de ayuda, pero aún se puede enfrentar la situación de una mejor manera. He propuesto que se consideren entregas de ayudas económicas, así como reducción o descuento de impuestos. También el aplazamiento de diversidad de pagos durante el confinamiento, con cero interés. De otra manera sería como firmar un pacto con el diablo.
Estamos matando a nuestros superhéroes y no es justo. Si se sigue operando de esta manera, podría haber una recesión y una situación mucho más complicada. Esta es la lección anticipada de 2020, los empresarios no deben pagar platos rotos por una mala administración de recursos.