En 1996, el pintor y escultor Hernando Tejada donó su estatua más reconocida a la ciudad, y el Gato fue ubicado en el Oeste, al lado del río. Creo que nadie esperaba entonces que se convirtiera en un punto de referencia y símbolo de quienes somos. El proyecto ha generado una narrativa, y 10 años después, las gatas acompañan al gato en el río y en otras ubicaciones. Hoy, es difícil imaginar nuestra ciudad sin este ícono.
A pesar del calor intenso de algunos días, Cali llama a la diversión al aire libre. Cerca a los ríos, cerca a las montañas y ubicada en un valle, se puede hacer de todo. Es algo que se reconoce a nivel nacional y mundial, y nosotros necesitamos los espacios para aprovecharlo mejor. Es momento de hablar del espacio público de Cali y tomar acciones puntuales. Y creo que podemos empezar por las glorietas.
En Barranquilla hay un ejemplo que ilustra perfectamente el punto al que pretendo llegar. La Ventana al Mundo fue construida en una glorieta que hace parte de la Avenida Circunvalar y estaba abandonada. El monumento fue una iniciativa de Christian Daes, fundador de Tecnoglass, y su propósito desde el principio fue desarrollar un símbolo, un atractivo turístico, una muestra del interés de Barranquilla por convertirse en una ciudad global. Muchos hemos visto fotos de nuestros amigos allí.
En Bangkok, Tailandia, la glorieta del Rey Taksin es una de las más impresionantes. No solo está ubicada en una de las intersecciones más transitadas de la ciudad, sino que separa cuatro distritos y es vecina del río Chao Praya y una estación de trenes. La glorieta fue desarrollada en 1932 y la estatua llegó en 1954. Sus usos son diversos. Muchos llevan ofrendas al rey. Muchos otros utilizan sus tres círculos peatonales para hacer ejercicios. Hay que creer que es posible dar nuevo significado a estos espacios.
Aunque amemos Cali, no podemos negar la gótica realidad que vivimos. La ciudad es fea y peligrosa desde hace algún tiempo. Desarrollar iniciativas de ornato e impulsar los iconos de ciudad nos llevará a una nueva dimensión de la caleñidad. Esta siempre ha sido una ciudad donde residen extranjeros y hoy no es diferente. 56% de sus habitantes no nacieron acá, pero deberían tener más razones para recorrer Cali, para enorgullecerse de ella y disfrutarla.
Recuperemos nuestro espacio. Mejoremos la glorieta de Vallegrande, que ya cuenta con una importante escena comercial y gastronómica y establezcámosla. Reconstruyamos la glorieta frente al Terminal de Transportes y desarrollemos zonas de descanso e introducción a Cali para los recién llegados.
O tomémonos la glorieta de Siloé y desarrollemos colectivamente un monumento digno de los campesinos y los deportistas olímpicos que representan al sector y a la ciudad, y démosle una actividad comercial y turística distinta. Ubiquemos el mercado de pulgas que está a un lado del mercado en un sitio digno para quienes viven de esta actividad. Lo mismo para otros sectores como Alfonso López o Valle del Lili.
Cali también podría hacer un mejor trabajo con dos monumentos ubicados en glorietas. El Monumento al Deporte y el Monumento a la Solidaridad, ambos en el norte, son de un acceso prácticamente imposible e indeseable. Sus espacios no fueron hechos para ser navegados y es una pena no poder acercarse a los monumentos y disfrutarlos, porque razones para tomarse una foto o encontrarse ahí nunca faltarán.
Siento que cabe hacer una mención aparte a la posibilidad de ubicar letras gigantes en alguno de nuestros cerros tutelares como ocurrió en Los Ángeles con el sector de Hollywood. Aunque empezó como una imagen publicitaria para un proyecto de viviendas en los años 20, las letras se hicieron famosas durante la primera era dorada del cine y fueron dejadas al convertirse en un ícono mundial. Tenemos espacio y debemos encontrar las razones y el momento para impulsar nuestra versión.
El resultado de estas iniciativas no solo será estético. Las intervenciones que deban hacerse, contarán con las comunidades alrededor de los espacios y contarán sus historias. Es la mejor forma de darle vida orgánica a cada intervención.
Para hacerlo bien, pido ayuda a los empresarios de la región. Ellos saben la importancia de lo monumental para el desarrollo de la economía por el turismo, el comercio y otras actividades. Transformemos estos espacios y marquemos un nuevo momento en la historia de la ciudad, para orientarla hacia el futuro.